[Javier Padrón]
Su aspecto no era el de un hombre rudo, tenía un aire bonachón que se le acentuó en la vejez, pero esa era una mera apariencia. Su alma era movida por la ambición de acumular riquezas y siempre las buscó en las profundidades de la tierra.
De familia irlandesa que huyó de su país por hambre, Edward Laurence Doheny, nacido en Wisconsin en 1856, fue un capitalista favorecido por el gobierno de Porfirio Díaz y con una cauda de abogados, notarios y matones a su servicio, inició la industria petrolera en México.
Antes, trabajó de topógrafo y minero en Nuevo México y Arizona; con los bolsillos vacíos y sin saber qué rumbo tomar fue cuando en California tuvo su primer contacto con el petróleo al ver una carreta con las ruedas manchadas de chapopote. Su estrella brilló hasta convertirse en un magnate, sin alcanzar las alturas de los Rockefeller que eran el modelo a seguir en esa época.
Doheny llegó a lo que es hoy el municipio potosino de Ébano en 1900, y cuatro años después ya era el amo y señor de los veneros del diablo, con el sistema de justicia mexicano de su lado el extranjero avasalló a humildes familias huastecas y se apoderó de sus tierras; a los miles de trabajadores que llegó a contratar les dio un tratamiento parecido al de los peones de las haciendas porfiristas con tiendas de raya y eran vigilados por guardias blancas.
En su biografía la realidad se mezcla con la leyenda. Retratado por varios autores como un hombre desalmado y sin corazón, intentó suavizar esta imagen con acciones altruistas en las que participaba su segunda esposa Stelle, e hizo donaciones al clero de Tampico y California. A Doheny ya no le tocó la expropiación petrolera del Presidente Lázaro Cárdenas, murió en 1935.
Sobre su vida se ha escrito una novela y realizado una película. La novela Oil, de Upton Sinclair, fue publicada a principios de los años 20 del siglo pasado, cuando ocurrió el juicio en el que Doheny se vio envuelto, acusado de sobornar a un alto funcionario norteamericano, Albert Fall, para asegurarse un contrato petrolero. El capitalista fue absuelto y el funcionario encarcelado; el juicio duró una década, entre tanto el hijo de Doheny fue asesinado por alguien cercano a la familia. La novela es una crítica social y sus personajes son un magnate petrolero y su hijo, y un defensor de los trabajadores que se vuelve comunista. La primera parte de esta novela sirvió para la realización de la película “There will be blood”, titulada en español Petróleo sangriento, con el actor Daniel Day Lewis y dirigida por Paul Thomas Anderson.
La escritora Margaret Leslie Davis publicó una documentada biografía de Doheny: Dark side of fortune. Triumph and scandal in the life of oil tycoon. (El lado oscuro de la fortuna. Éxito y escándalo en la vida del magnate del petróleo), editada por la Universidad de California (1998), en la que se destaca su “corrupta avaricia”. De libros en español, está el de Gabriel Antonio Menéndez: Doheny el cruel. Valoración histórica de la lucha sangrienta por el petróleo mexicano(1958), en el que aparece el gobernador Carlos Díez Gutiérrez con su fallido intento de extorsión de 100 mil pesos a la compañía “Waters Pierce Oil” para que pudiera instalar una refinería de petróleo; y el comerciante español avecindado en Tampico, Ángel Sáinz Trápaga, dueño de la tienda “El Comanche” y abuelo del historiador Joaquín Meade, procurando, por educación y simpatía, a Doheny.
[Este texto se publicó en La Corriente edición 14, abril-mayo 2010]