Inocencio Noyola
Este breve ensayo tiene la finalidad de dar a conocer dos publicaciones periódicas que tuvieron una corta vida en los meses de enero y febrero de 1870. La primera de ellas es el Boletín Oficial del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí; la otra es La Nueva Era. El Boletín no es registrado en las obras de Joaquín Meade, Hemerografía potosina, y de Rafael Montejano y Aguiñaga, Nueva hemerografía potosina 1828-1878; La Nueva Era sí es registrada por ambos pero no se conocen muchos ejemplares. Por esta razón es importante dar a conocer estas publicaciones periódicas que forman parte del patrimonio hemerográfico de San Luis. Sin embargo, como ambos periódicos se publicaron por razones políticas del momento, es necesario presentar un resumen del contexto político militar bajo el cual surgieron.
La rebelión de Francisco Antonio Aguirre. Entre el periodo que va de la llegada de los liberales al poder en enero de 1867 y hasta la rebelión de Porfirio Díaz en 1876, el actual territorio del estado de San Luis Potosí vivió etapas de tranquilidad pero también de desasosiego. Durante estos años se dieron diversas rebeliones entre los mismos liberales por el deseo de ocupar el poder. Entre estas rebeliones, se encuentra la iniciada en diciembre de 1869 por el general Francisco Antonio Aguirre.
En diciembre de 1866 los liberales ocuparon la ciudad de San Luis Potosí y Juan Bustamante fue nombrado gobernador interino por Benito Juárez; en las elecciones de finales de 1867, Juan Bustamante resultó electo gobernador constitucional y ocupó el cargo en noviembre de ese año. Después de casi un año tuvo que dejar sus funciones debido a diversas acusaciones en su contra por desfalco y mal manejo de la hacienda pública. En septiembre de 1868, Carlos Tovar ocupó el cargo de gobernador interino hasta octubre de 1869. Entre abril y octubre de este año, se dio una movilización militar y varios personajes apoyaron a Juan Bustamante, quien fue aprehendido por órdenes del gobernador Tovar en junio de 1869. En este mismo año, pero el 4 de octubre, desde el Cuartel General en la Laguna de Mójica, Francisco de Araujo, quien se declaraba “Delegado interino, autorizado por el Directorio Revolucionario a favor de la Independencia, de la Ley, de la Libertad, de la Unión y General en Jefe de la 3ª Brigada de Operaciones de San Luis Potosí”, hizo un llamado a los potosinos a “combatir la administración ruinosa que se ha apoderado, contra la voluntad nacional, de los destinos de la Patria”. En diciembre, el rebelde Araujo fue derrotado en las cercanías de Pastora por el general Francisco Narváez. El año de 1869 no fue fácil para los potosinos, pues además de las rebeliones de Bustamante y Araujo y del desgaste político y jurídico de los gobernadores interinos, el año terminó con una rebelión más, en la cual se dio a conocer un plan que originó una revuelta considerada como la “más chabacana políticamente hablando, la más desastrosa desde un punto de vista militar y la más deslucida humanamente” (“La discordia civil”, Historia Moderna de México. La República Restaurada. Vida política, p. 573).
En octubre de 1869, Carlos Tovar dejó la gubernatura y su lugar lo ocupó Juan B. Barragán. Debido a que ambos fueron gobernadores interinos, se inició el proceso electoral para elegir gobernador constitucional el cual terminaría el periodo de gobierno iniciado por Juan Bustamante. En noviembre de este año se llevaron a cabo las elecciones. Precisamente este proceso político fue el origen de la insurrección de Francisco Antonio Aguirre quien había sido candidato en las elecciones que se dieron el 21 de noviembre. Sin embargo, debido a la participación de integrantes de las fuerzas federales que acudieron a votar cuando por ley no podían hacerlo, el proceso electoral no fue nada tranquilo y hubo una serie de motines y ataques entre la población y los militares, lo que resultó en algunos muertos.
Debido a la respuesta de las autoridades federal y del estado a negar la participación de los militares a votar y a que los resultados electorales no eran claros en cuanto a quién habían beneficiado, Francisco Antonio Aguirre tomó presos a los integrantes del Congreso del Estado y al gobernador interino en ese momento, Juan B. Barragán, y se adjudicó el poder como gobernador bajo el “Acta del movimiento político verificado el día 15 del presente, por el pueblo del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí”. En su primer artículo, de tres que tuvo dicha Acta, el “pueblo del estado de San Luis Potosí reasume su soberanía, y acatando en todo y por todo la Constitución de 1857 y los poderes que de ella emanan, desconocen a las autoridades locales que lo han estado rigiendo hasta ahora”. El general Aguirre contó con la participación de tres personajes que en ese momento se encontraban en San Luis y que se hallaban sujetos a proceso por haber participado en una insurrección en Sinaloa: Jorge García Granados, Jesús Toledo e Ireneo Paz. García Granados fue responsable de la aprehensión de los diputados; Ireneo Paz se ocupó de tomar al gobernador en su casa; Aguirre recorrió la ciudad con algunos militares para reprimir cualquier movimiento en contra; Evaristo Dávalos se encargaría de los guardias del Palacio y otros más tomarían algunas alturas de la ciudad (el templo del Carmen y catedral). Ireneo Paz, abogado y escritor, había llegado a San Luis Potosí con García Granados el 12 de noviembre de ese año, y fue el encargado de una de las publicaciones que se analizan en este ensayo.
Las autoridades federales desconocieron el pronunciamiento del general Francisco Aguirre y el ministro de Guerra solicitó al jefe de la guarnición federal Pedro Martínez que asumiera el control del estado. Incluso, el 15 de diciembre Francisco Aguirre había comunicado a Juárez las razones de la insurrección, no la aprobó y mandó al general Pedro Martínez a controlar a los insurrectos. Sin embargo, los rebeldes lo convencieron para que se les uniera y el 23 de diciembre dieron a conocer el “Acta formulada por los ciudadanos jefes y oficiales de las fuerzas de la federación que guarnecen esta plaza”, la cual es una modificación del Acta del 15 de diciembre, en la que se desconocían a las autoridades locales; en la del 23 el desconocimiento era de las federales. En esta última Acta, sobresale el primer considerando, el cual versa sobre el papel del ejército en este pronunciamiento, pues es considerado como “una de las manifestaciones más expresivas del militarismo mexicano”. Posteriormente, publicarían el “Plan Político proclamado el día 30 de diciembre de 1869, por el Gobierno del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí, y las fuerzas federales residentes en el mismo”, firmado por Francisco Aguirre, Pedro Martínez y Manuel Larrañaga, otro general que cuando se rebeló Aguirre el 15 de diciembre, estaba a cargo de las fuerzas federales en San Luis Potosí y no mostró disposición para detenerlo. Los rebeldes ocuparon la ciudad de San Luis Potosí y se dedicaron a organizar las fuerzas para su apoyo. Desde Rioverde, Sóstenes Escandón, quien había sido nombrado gobernador interino por el Congreso, y Sóstenes Rocha, que se hallaba en Tamaulipas, se trasladaron a la ciudad de San Luis Potosí pero antes de llegar a ella tuvieron un primer enfrentamiento con las fuerzas de los insurrectos el 14 y el 18 de enero de 1870 en el Puerto de San José. Después de esta batalla donde las fuerzas federales perdieron, Sóstenes Rocha rodeó la ciudad de San Luis Potosí por el oriente para encontrarse con las fuerzas federales de Mariano Escobedo en Dolores Hidalgo. De aquí, el ejército federal se dividió en dos partes; una de ellas comandada por Sóstenes Rocha quien se encargó de perseguir a Pedro Martínez que iba a Guadalajara; y otra dirigida por Mariano Escobedo acudió a San Luis Potosí para enfrentarse a las fuerzas de Francisco Antonio Aguirre.
Esta rebelión obligó al gobierno federal a movilizar sus tropas en diversos estados de la república, como Guanajuato, Michoacán y Jalisco, pues a los rebeldes de San Luis Potosí se les sumó el gobernador de Zacatecas Trinidad García de la Cadena, y en otros estados del centro del país hubo rebeliones. La insurrección duró casi hasta mediados de 1870, cuando algunos rebeldes huyeron del país o pidieron amnistía, como lo hizo el gobernador zacatecano. Además, esta rebelión obligó al gobierno federal a desviar recursos que no contaba para poder armar y alimentar a miles de combatientes que apoyaron a las fuerzas federales comandadas por Sóstenes Rocha y Mariano Escobedo. Sin embargo, fue el preludio de las que siguieron después, la de la Noria y la de Tuxtepec.
Don Primo Feliciano Velázquez, quien narra este periodo, señala que después de esta salida de la ciudad de los insurrectos el 13 de febrero, Escobedo entró el 14 y el 15 mandó una columna a alcanzarlos y los derrotó en el Puerto de la Cal. Este lugar, según el plano que viene en Historia Moderna de México, se ubicaba al oriente de la ciudad, en las cercanías de la Sierra de Álvarez. Sin embargo, es posible que haya estado localizado en la sierra de San Miguelito, pues las fuerzas encargadas de perseguir a los insurrectos a cargo del coronel Santiago Nieto, los derrotó el 16 por la mañana y desde la hacienda de Santiago, ubicada en el camino a Guadalajara, mandó el informe al gobernador del estado. Don Primo escribió que en “esa acción murió el Lic. Don Román Fernández Nava, que comandaba un batallón y tenía el grado de coronel de guardia nacional”. (Historia de San Luis, Tomo IV, p. 23) Esta es la única ocasión que don Primo nombra a don Román Fernández Nava en toda su obra, personaje del cual hablaré en la segunda parte de este ensayo.
Las publicaciones
Debido al proceso electoral de noviembre de 1869, se publicaron diversos periódicos para promover a sus candidatos. La Unión, de Francisco Macías Valadez, postuló la candidatura de Miguel M. Esparza. El Lego Borreguito, que era su segunda época, pues se publicó por primera vez en 1868, tenía como candidato a Francisco Antonio Aguirre; El Potosino promovió a Carlos Tovar y su editor responsable fue Carlos E. Palomo; El Club Zaragoza presentó a Francisco Bustamante y su editor era Benigno Arriaga; por último, El Voto Público proponía como gobernador a Sóstenes Rocha y su editor responsable era Fortunato Nava. Además de estos periódicos, se publicaban La Sombra de Zaragoza, periódico oficial, y La Ilustración Potosina, ambos a cargo de José T. Cuéllar. La división al interior del grupo liberal y masón se reflejó en las publicaciones y en sus candidatos.
El Voto Público, cuyo redactor y editor responsable era Fortunato Nava, si bien no era opositor al gobierno, si llegaba a publicar algunas notas que no eran bien vistas por las autoridades. Por ejemplo, en su número 7 del 8 de diciembre de 1869, publicó el Plan del general Francisco de Araujo, el cual fue dado a conocer el 4 de octubre en la Laguna de Mójica. En el primer artículo de este Plan, se desconocía al gobierno de Benito Juárez. En este mismo número se proponía como candidato a gobernador a Sóstenes Escandón. Además, se imprimía en el Colegio Polimático.
Sin embargo, los dos periódicos editados por los rebeldes, fueron el Boletín Oficial y La Nueva Era. Sólo conozco el número 2 de este Boletín, el cual tiene fecha 5 de enero de 1870. La importancia de este periódico es su rareza, es posible que no se hayan publicado muchos números debido a los problemas políticos del momento y a que la capital fue ocupada por las fuerzas federales en febrero de 1870. El número 2 se publicó el 5 de enero, un miércoles, lo cual quiere decir que era posible que se publicara dos veces por semana. Se llegaron a publicar otros números, el ejemplar de La Nueva Era del 10 de febrero traía una nota sobre la publicación del Boletín Oficial referente al corte de caja de la Agencia Municipal correspondiente al mes de enero. Como redactor responsable aparecía la Secretaría de Gobierno y se imprimía en la imprenta del Gobierno. Podemos conjeturar que habría algunas personas que conocían el trabajo de edición e impresión de periódicos y que hayan apoyado a que el Boletín se editara. Estas personas eran el Lic. Román Fernández Nava y Abraham Exiga. Román Fernández Nava había ocupado el cargo de editor y redactor de La Sombra de Zaragoza durante 1867 y parte de 1868; además de ser abogado, llegó a publicar algunos poemas en las hojas de La Sombra de Zaragoza y era el responsable de las editoriales. No se conoce mucho sobre él, pues tanto su trabajo periodístico como su ejercicio de la abogacía, se halla en los archivos y en las páginas del periódico.
Abraham Exiga fue otro de los que participaron en la publicación del Boletín. Exiga tenía una larga tradición de trabajar en la prensa potosina, desde 1854 y en algunas temporadas estuvo a cargo de la edición de los periódicos oficiales como La Convicción (1854), El Liberal (1858), El Garibaldi (1861) y otros más. Parece ser que a partir de 1863 logró hacerse de una tipografía propia, pues en La Guerra y La Independencia, otros periódicos ambos de 1863, aparece que la tipografía era de Abraham Exiga, ubicada en la plazuela de San Francisco; de esta imprenta salieron varios folletos que enriquecieron nuestra bibliografía. En uno de los expedientes sobre la rebelión de 1870, se indicaba que la impresión del periódico oficial estuvo a cargo de Exiga.
Exiga, después de estos años, siguió en su trabajo editorial pero también se dedicó a la oposición. En 1872 se le abriría un proceso penal por haber publicado un periódico más, El Malcriado, del cual sólo se conoce un solo ejemplar de su segunda época, el cual contaba con versos contra el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada. Además de dirigir la publicación del Boletín, estuvo a cargo de una fuerza militar conocida como Club del Pueblo; fue tomado preso en la batalla del Puerto de La Cal el 16 de febrero. Era mejor en el manejo de la imprenta que en el control de la gente, pues algunas notas publicadas en La Sombra de Zaragoza entre marzo y abril de 1870, criticaron su actuar como jefe del Batallón Club del Pueblo; aunque también es posible que la publicación de estas notas fuera con el fin de exhibirlo.
El abogado Ireneo Paz estuvo a cargo de la publicación de La Nueva Era. Don Primo escribió que no estaba “averiguado por que fueron remitidos a San Luis los coroneles Jorge García Granados, Jesús Toledo y Lic. Ireneo Paz, que en Sinaloa, por haber tomado parte en una insurrección, estaban sujetos a proceso”. Es cierto, su llegada a San Luis durante 1868 y posteriormente en 1869, no es muy clara pero tampoco fueron enviados, sino que llegaron a San Luis porque vieron que era una de las ciudades donde podían organizar un movimiento contra el gobierno de Juárez. Don Daniel Cosío Villegas nos da algunas razones.
A inicios de 1868, después de la insurrección de estos personajes en Sinaloa, llegaron a San Luis donde se sujetó a proceso al general Jesús Toledo y a los coroneles García Granados y Rosauro V. Campos. El proceso se inició el 13 de agosto y la defensa estuvo a cargo del Lic. Antonio Montesdeoca, seudónimo de Ireneo Paz. Sin embargo, el caso lo perdieron y García Granados y Toledo fueron sentenciados a pena de muerte; Benito Juárez los indultó pero fueron castigados: García Granados fue enviado a Nuevo León, bajo la protección de Jerónimo Treviño, y Toledo a Campeche. Durante estos meses que estuvieron en 1868 los tres tuvieron conocimiento de los problemas que tuvo el gobernador Juan Bustamante y es posible que hayan observado ya desde entonces las ventajas de la ubicación de la ciudad y de la división de los grupos liberales para motivar la insurrección. Ireneo Paz fue enviado a la cárcel de la ciudad de México donde estuvo encerrado. Durante su encierro escribió el famoso Padre Cobos, además de una obra de teatro que después estrenaría en San Luis y llegó a entrevistarse con Hilarión Frías, de quien se quejó de las condiciones que padecía. A mediados de 1869 Paz fue liberado por orden del juez; hacia estos meses García Granados habló con Sebastián Lerdo de Tejada y se le permitió que su área de castigo incluyera la ciudad de San Luis Potosí; y Jesús Toledo se escapó de Campeche.
El 12 de noviembre de 1869, Paz y Granados llegaron a San Luis; el 16 llegó Toledo. El general Ramón Corona, gobernador de Jalisco y quien tenía informantes en San Luis, escribió a Juárez de la presencia de los tres en la ciudad y de sus planes de viajar a Zacatecas, a lo cual Juárez le comunicó que “Granados sólo se le ha permitido continuar su confinamiento en San Luis y que Ireneo Paz estaba a disposición del Juez de Distrito de esta ciudad, el que le ha concedido libertad bajo fianza; pero ni Paz ni a Granados les ha concedido el Gobierno permiso para ir a Zacatecas ni menos les ha dado comisión alguna”. Cabe aclarar que cuando llegaron a San Luis ya habían intentado hacer una rebelión contra el gobierno federal apoyados por el gobernador de Querétaro, pero al no poder hacerla a pesar de contar con dicho apoyo, fue cuando se trasladaron a San Luis. La división entre los grupos liberales potosinos ante la proximidad de las elecciones (grupos de gobiernistas, independentistas y militares como los distinguió Paz) y el apoyo que recibieron de Sebastián Lerdo de Tejada, fueron dos elementos importantes para iniciar la insurrección. En la ciudad, Ireneo Paz, además de sus actividades políticas, tuvo tiempo para su otra ocupación por la cual más se le conoce: la literaria, pues el 15 de diciembre estrenó su comedia escrita durante los meses de encierro en la cárcel de Tlatelolco: “Los héroes del día siguiente”, la cual llegó a publicarse años después, y que por su argumento, retrata los sucesos del momento.
La Nueva Era se publicó dos veces por semana, jueves y domingos. Se inició el jueves 13 de enero y dejó de salir el domingo 13 de febrero. De un trece a otro trece y sólo se publicaron diez números. El redactor responsable fue Ireneo Paz y se imprimió en la imprenta del Colegio Polimático, en la calle del Coliseo (hoy de Abasolo) El lema de este periódico era: “Abajo Juárez y sus ministros. ¡Abajo la dictadura! ¡Abajo la ilegalidad con todos sus efectos! ¡Viva la Constitución de 1857!” Bien se puede decir que la mayoría de las notas las escribió Ireneo Paz, lo cual lo convierte en un periódico creado por su pluma, además de los dos que más se le conocen: El Padre Cobos y La Patria, fundados y dirigidos por él. La Nueva Era contaba con cuatro secciones: “Editorial”, “Correspondencia”, “Gacetilla” y “Avisos”. La de “Correspondencia” a veces llegó a ser ocupada por variedades de noticias que tomaba de otras publicaciones periódicas que llegaron a San Luis en esos días. Lo que interesa es la sección de “Editorial”, pues en las líneas escritas por Paz se observa su crítica al gobierno juarista. Es seguro que esta oposición a Juárez existiera desde su llegada al gobierno de Sinaloa, cuando fue secretario de gobierno durante la recién reinstaurada República liberal. Los títulos de sus editoriales nos permiten conocer un poco este antijuarismo: “¡¡Sangre, muerte y exterminio!!”, “La prensa y la dictadura”, “Beneficios de la presente revolución” y “Progreso de la revolución”. En la editorial relacionada con la libertad de imprenta, llegó a escribir: “El ataque a la libertad de imprenta es el ataque de nuestra soberanía; el usurpador de estos derechos inmaculados, no tiene otro remedio que someterse al influjo del poder contra quien se ha rebelado. Juárez pues, erige su sepulcro” (La Nueva Era, número 8, 6 de febrero de 1870).
Es importante señalar que la prensa se consideró importante por los rebeldes, y por las autoridades en general, pues se convirtió en un medio para dar a conocer sus ideas, en este caso políticas, y les permitió crearse una legitimidad entre la gente. A inicios del mes de enero de este año, el jefe político de Matehuala, quien apoyó la rebelión como otros jefes políticos, comunicaba al gobernador rebelde Francisco Aguirre de querer publicar un periódico en la localidad. En cuanto a la aceptación del periódico entre la población, los editores la enviaron a diversos lugares del estado y fuera de él. En el número 7 se publicó una carta enviada desde Saltillo, donde se leía: “Hemos recibido en esta el interesante periódico que V. V. publican en defensa de los intereses de la República profundamente lastimados por esa cuadrilla de traidores energúmenos que se propusieron acabar con nuestra patria y con nuestra nacionalidad. La Nueva Era, se espera aquí con ansia y se lee con avidez”. Parece ser que no fue la única correspondencia recibida fuera del estado, pero también es cierto que Saltillo y algunos lugares de donde se recibió correspondencia eran lugares en los que existía apoyo abierto a la insurrección.
El periódico difundió las ventajas de la rebelión como lo indica su editorial del 10 de febrero, la que hablaba sobre las bondades de la revolución. Llama la atención que en el editorial compara a Juárez con Moisés: “la impotencia del Moisés que prevaricó”. También señala el mal repartimiento de la riqueza la “falta absoluta de industria para dar ocupación a la gente que busca de buena fe el trabajo, son aberraciones económicas que todos palpamos”. Entre sus líneas fue constante el nombrar a Benito Juárez como tirano y dictador, pues estos calificativos permitían legitimar la rebelión contra el gobierno. En el número 7 llegó a publicar una nota bajo el título de “La familia juarista”. En esta nota informaba al público que la familia de Juárez había salido con rumbo a España, donde había comprado propiedades en la provincia de Santander y que en Jerez (España) se había construido “un palacio que deslumbraría a los Emperadores de Europa”. Además de estas noticias, otras que se publicaban tenían que ver con las batallas y el avance de la rebelión. Su último editorial, “Progreso de la revolución”, resultó irónico, pues al día siguiente tuvieron que abandonar la ciudad para huir de las fuerzas juaristas dirigidas por Mariano Escobedo. En una nota dirigida a la prensa de la ciudad de México, Paz escribió: “Triste condición de nuestra existencia que el indiferentismo, la mala fe o las ambiciones personales, nos hagan enmudecer en presencia de un movimiento nacional llamado a cambiar de una manera radical nuestro modo de ser; un movimiento que debe transformar nuestra condición de cosa, en libres ciudadanos; un movimiento que necesita robustecerse con el influjo y ayuda de los buenos mexicanos, y perfeccionarse con la discusión y las buenas ideas de los hombres libres” (La Nueva Era, número 10, 13 de febrero de 1870).
Estas dos publicaciones realmente desconocidas para la historia de la prensa en San Luis Potosí, resultan de sumo interés. En primer lugar, permiten conocer cómo se usaron los periódicos para difundir las ideas políticas de los diversos grupos en lucha por el poder. La difusión de los programas y planes, ideas políticas y notas de las batallas, legitimaban el quehacer de los rebeldes ante los diversos grupos sociales y les creaba una opinión pública favorable. Además, la difusión de estos periódicos más allá de los límites del estado, propagaba el movimiento en otros espacios geográficos y servía como un medio de comunicación para allegarse las noticias, además de los medios oficiales.
La división política entre los liberales potosinos fue un imán para algunos personajes que aprovecharon la ocasión para oponerse al gobierno de Benito Juárez. Ireneo Paz es uno de estos personajes casi desconocido en la historiografía local.