El joven fotógrafo alemán Hugo Brehme Wick (1882-1954) llegó a México por el puerto de Veracruz en 1905, diversos investigadores se han preguntado por sus motivaciones para llegar a este país y suponen que fue atraído por el clima tropical, la abundante vegetación y los volcanes; algunos lo consideran el mejor fotógrafo de la revolución y de los paisajes, excelente retratista. 

Con la patria perdida, su pueblo natal quedó del lado de la Alemania soviética, se naturalizó mexicano después de 45 años de residencia, murió en el Distrito Federal.

El legado fotográfico de Brehme es muy amplio: paisajes, tipos indígenas y populares, pueblos e iglesias de gran parte del país: el Distrito Federal, Estado de México, Morelos, Guerrero, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Jalisco, Michoacán, Guanajuato y San Luis Potosí. 

A principios de la década de los 20 del siglo pasado fotografió paisajes de la Huasteca potosina, Tamasopo y Tamazunchale; los templos de la capital, la Catedral y El Carmen; regresó a mediados de la década siguiente por la apertura de la carretera Panamericana que anunciaba el desarrollo en medio de la pobreza y desigualdad en que vivían los pueblos originarios.

Brehme comenzó a estudiar fotografía a los dieciséis años y antes de llegar a México estuvo en varias colonias alemanas de África al parecer como fotógrafo de la expedición científica de George Weneger.

Volvió a Alemania en 1908 para contraer matrimonio con Auguste Hartmann, luego se instalaron en México en un estudio fotográfico en la calle de la Profesa y más tarde en la de 5 de Mayo. Hugo es recordado como un hombre agradable, tranquilo, bondadoso y modesto, tenía una amplia clientela y se convirtió en el fotógrafo de la colonia alemana, de sus fiestas, bodas y de los estudiantes del Colegio Alemán. 

El otro fotógrafo alemán de la época fue Guillermo Kahlo, contratado por el gobierno para retratar iglesias y edificios civiles. Brehme fotografió las fiestas del Centenario, la inauguración del Ángel de la Independencia, el desfile de los guardias rurales y el Palacio Nacional iluminado por la noche. Tres años después, la Decena Trágica lo sorprendió en la calle rumbo a su estudio y con dificultad encontró refugio en una casa. De la revolución fotografió a maderistas, zapatistas y villistas, se destacan el retrato de cuerpo entero de Emiliano Zapata en 1914 con un rifle en la mano derecha y un sable en la izquierda, y la que tomó de un grupo de revolucionarios arriba de una locomotora.

México Pintoresco

Se asoció con el suizo Wilhelm Weber en el estudio “Fotografía Artística Hugo Brehme”. Weber se hizo cargo de las ventas y contabilidad, lo que permitió a Brehme viajar por el país y tomar más fotografías con el apoyo de su asistente Luis Quintero; revistas norteamericanas compraban sus imágenes para ilustrar textos sobre México, ya era reconocido. Publicó su obra principal: México pintoresco, en 1923, con 127 fotografías en tonos sepias, con versiones en español, inglés y alemán, un tiraje de cinco mil ejemplares y fue impreso en Berlín. Después sacó otro libro, Mexiko, también publicado en Berlín con 15 mil ejemplares para su venta en el mercado internacional. Se afirma que influyó en los que serían grandes fotógrafos: Manuel Álvarez Bravo, Gabriel Figueroa y Armando Salas. Participó en 1928 en una exposición colectiva con Álvarez Bravo y Tina Modotti entre otros fotógrafos. 

Seguidor del pictorialismo, movimiento fotográfico de fines del siglo XIX con pretensión artística, cercano a la pintura y derivado del romanticismo, fue admirado por sus fotografías de los volcanes, en especial la del Pico de Orizaba, considerada la más artística que se haya tomado. El Dr. Atl (Gerardo Murillo) incluyó en uno de sus libros una fotografía del Popocatépetl tomada por Brehme desde Tlamacas, Estado de México. 

El sexto obispo de SLP

En 1929 hizo un retrato del canónigo penitenciario de la Catedral de México, el poblano Guillermo Tritschler y Córdova, quien sería después a regañadientes el sexto obispo de San Luis Potosí, hijo de un alemán fabricante de relojes. Para entonces Brehme había adquirido y remodelado el estudio del sueco Emilio Lange que estaba en la calle de Madero; ya contaba con ocho empleados y sus tarjetas postales se podían adquirir en Sanborns

A mediados de los años 30, su hijo Arno se incorporó al negocio como fotógrafo con ideas nuevas que chocaron con las suyas; había estudiado en Munich pero tuvo que regresar antes de lo previsto a México por el ascenso de Hitler al poder. Cuando el gobierno mexicano declaró la guerra a los países del Eje, a pesar de que Brehme no tenía filiación política, fue incluido en la “lista negra” de los alemanes “sospechosos” que difundió la prensa, de la que fue borrado por mediación de la embajada norteamericana. 

Enfermo de asma, comenzó a retirarse y Arno tomaba las fotografías, y eran firmadas con el nombre del padre, como las que le encargaron de la erupción del volcán Paricutín. La división de Alemania también le afectó ya que quiso visitar su tierra natal, Eisenach, pero no pudo porque quedó en la parte socialista. “Amargado” y deprimido por el asma, murió en junio de 1954.  [JP]

[Este texto fue publicado en la edición 31 de La Corriente, septiembre-octubre 2014]

Fuentes

Hugo Brehme. Pueblo y paisajes de México, Roberto Diéguez, María Teresa Franco, Denis Brehme, et al, Banco Nacional de Comercio Interior, INAH y Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, 1992.

México pintoresco, Hugo Brehme, 1923, impreso en Alemania por Max Krause y reeditado en 1990 por Miguel Ángel Porrúa.

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